Cultura
La
presencia y cercanía del mundo incaico y aymara ha sido un aporte
determinante en la vida cultural del norte grande. Gran parte de su
producción musical está marcada por la influencia de ritmos típicos de
la música andina. Del mismo modo, el espíritu religioso está dominado
por manifestaciones de sincretismo en donde lo pagano y lo divino se
reúnen en una misma tradición, como ocurre con las coloridas fiestas que
de año en año se organizan en la primera región, en homenaje a la
Virgen de La Tirana.
Sin
embargo, la influencia precolombina también está presente en la
producción artesanal de esta zona. Desde tiempos inmemoriales, la
domesticación de la llama, la alpaca y la vicuña, ha dado origen a una
verdadera industria textil, aún presente en pueblos como Socoma, San
Pedro de Atacama, Putre, Toconao, entre otros.
Por
otra parte, el carácter minero asociado a la actual economía del norte
grande, ha permitido el surgimiento de una vasta cultura de la mina,
rescatada en ocasiones por diversas obras literarias que señalan las
fortunas y desventuras que han acompañado la vida del minero, personaje
representativo de esta zona del país y del Chile actual.
En
el ámbito gastronómico, el consumo de pescados y mariscos, como la
albacora, el lenguado y el ostión, marcan las especialidades de su
extenso litoral; al igual que el cultivo de la papa y el maíz en el
interior de sus tierras, en donde la carne de llama, la harina, el pan y
la guatia (especie
de curanto con carne de cordero, maíz, papa y semillas) caracterizan
sus principales comidas. Para conocer sobre estos y otros aspectos
vinculados a las principales expresiones culturales del norte grande,
ofrecemos la siguiente selección de documentos.
Desarollo historico
Primeros habitantes del norte de Chile
Las investigaciones
arqueológicas señalan que registros de vida humana en esta zona del
país datan desde hace unos 11.000 años. Las principales culturas que
habitaron el Norte Grande son:
– Cultura Chinchorro (6000 – 2000 a.C.):
habitaron desde el puerto peruano de Ilo hasta Antofagasta en Chile,
durante el período Arcaico. Se organizaban en grupos de,
aproximadamente, 30 a 50 personas, las que, al parecer, estaban
emparentadas entre sí. Fueron pescadores, cazadores de guanacos y
recolectores de mariscos. Su principal característica fue la
momificación de sus difuntos. Este procedimiento consistía en extraer
los músculos y órganos, los que eran cambiados por vegetales y plumas,
entre otros materiales naturales. A continuación, el cuerpo era cubierto
con una capa de arcilla y se le ponía en la cabeza una especie de
peluca hecha con pelo humano. El arte de esta cultura se basó casi
exclusivamente en el ajuar de las momias con turbantes y textiles.
– Cultura Faldas del Morro (900 a.C. – 400 d.C.):
este pueblo vivió en el extremo norte de Chile en la fase Agroalfarera.
El primer sitio descubierto de este pueblo fue un cementerio en las
laderas del Morro de Arica (ese es el origen de su nombre). Habitaban en
aldeas pequeñas emplazadas en terrazas para protegerse del viento. Su
economía combinó la horticultura con la recolección y caza e especies
marinas y terrestres. Sus difuntos eran enterrados en fosas, en posición
horizontal y con las extremidades flectadas. Su arte se concentró en
las ofrendas y ritos mortuorios y en la confección de textiles con lana
de llama.
– Cultura Cabuza (500 – 1000 d.C.):
este pueblo se asentó entre los valles del extremo norte de Chile
(Camarones) y sur del Perú (Ilo) en el período Agroalfarero.
Construyeron villorrios cerca de ríos; sus viviendas tenían forma
rectangular y estaban hechas con cimientos de piedra y muros de caña y
totora amarradas con cuerdas. Su economía se basó, principalmente, en la
agricultura; incorporaron nuevos instrumentos de labranza y sistemas de
riego más complejos, lo que les permitió cultivar gran cantidad de
vegetales. También fabricaron colgantes y anillos con fi guras de llamas
en oro y plata e introdujeron nuevas técnicas para confeccionar
textiles y bolsos conocidos como chuspas. Sus difuntos eran enterrados
en pozos de forma cilíndrica con los cuerpos puestos en forma fetal o en
cuclillas. Estaban envueltos en camisas de lana o unkus, amarrados con
cuerdas de totora y acompañados con ofrendas mortuorias.
– Cultura Pica o “Pica-Tarapacá” (900 – 1532 d.C.):
habitaron el desierto de Atacama en el territorio comprendido entre el
valle de Camiña y la desembocadura del río Loa en la fase Agroalfarera.
Se organizaron políticamente como un señorío; una autoridad organizaba a
los trabajadores dentro de un territorio delimitado. Su economía se
basó en la actividad agrícola desarrollada en oasis y quebradas y cuyos
principales cultivos eran el maíz y la quinua. Además, recolectaban
frutos de algarrobo y tamarugo, cazaban animales silvestres y explotaban
recursos marinos. Su manifestación artística más importante fue el arte
rupestre (pinturas y grabados sobre la superficie rocosa de las
cuevas), que representaba diferentes aspectos de la vida doméstica y
ceremonial. Además, fabricaron gruesas mantas y tejidos policromos,
trabajaron el cuero y confeccionaron canastos. Sus difuntos eran
enterrados en tumbas individuales, aunque en algunas había más de una
persona.
– Cultura Arica (1000 – 1532 d.C.):
vivieron en los valles occidentales desde Mollendo (Perú) hasta Taltal
(Chile) en el período Agroalfarero. Era un grupo de señoríos o
curacazgos descendientes directos de los Cabuza. Su economía se sustentó
en los cultivos agrícolas y la recolección marina. Su principal
artesanía fue en cerámica, que siguió varios estilos, como, por ejemplo,
San Miguel (diseños en rojo o negro sobre blanco) y Pocoma-Gentilar
(rojo, negro y blanco sobre un fondo natural). También trabajaron el
cobre, así como el oro y la plata, para confeccionar adornos.
Tradición popular
Desde
antes de la llegada de los españoles en 1536, los habitantes del Norte
Grande tenían una gran devoción por las fiestas religiosas. Introducida
la fe católica, las celebraciones y ritos religiosos se mezclaron, dando
origen a una rica tradición cultural.
En
la actualidad, una de las fiestas más conocidas e importantes de esta
zona es la de la Virgen del Carmen de La Tirana. La Tirana es un
pequeño pueblo de no más mil habitantes, que se encuentra a 72 km de
Iquique, en el corazón del desierto de Atacama. Entre el 14 y 16 de
julio se lleva a cabo esta festividad, que atrae a miles de fieles de
casi todo el país. Los protagonistas son las cofradías de danzantes, que
durante los tres días que dura la fiesta bailan por todo el pueblo.
Los participantes visten coloridos atuendos y grandes máscaras de origen
altiplánico. La Virgen es engalanada con sedas y joyas, y el pueblo se
ilumina con miles de velas.