martes, 13 de noviembre de 2018

Cultura


La presencia y cercanía del mundo incaico y aymara ha sido un aporte determinante en la vida cultural del norte grande. Gran parte de su producción musical está marcada por la influencia de ritmos típicos de la música andina. Del mismo modo, el espíritu religioso está dominado por manifestaciones de sincretismo en donde lo pagano y lo divino se reúnen en una misma tradición, como ocurre con las coloridas fiestas que de año en año se organizan en la primera región, en homenaje a la Virgen de La Tirana.
Sin embargo, la influencia precolombina también está presente en la producción artesanal de esta zona. Desde tiempos inmemoriales, la domesticación de la llama, la alpaca y la vicuña, ha dado origen a una verdadera industria textil, aún presente en pueblos como Socoma, San Pedro de Atacama, Putre, Toconao, entre otros.
Por otra parte, el carácter minero asociado a la actual economía del norte grande, ha permitido el surgimiento de una vasta cultura de la mina, rescatada en ocasiones por diversas obras literarias que señalan las fortunas y desventuras que han acompañado la vida del minero, personaje representativo de esta zona del país y del Chile actual.
En el ámbito gastronómico, el consumo de pescados y mariscos, como la albacora, el lenguado y el ostión, marcan las especialidades de su extenso litoral; al igual que el cultivo de la papa y el maíz en el interior de sus tierras, en donde la carne de llama, la harina, el pan y la guatia (especie de curanto con carne de cordero, maíz, papa y semillas) caracterizan sus principales comidas. Para conocer sobre estos y otros aspectos vinculados a las principales expresiones culturales del norte grande, ofrecemos la siguiente selección de documentos.



Desarollo historico
Primeros habitantes del norte de Chile
Las investigaciones arqueológicas señalan que registros de vida humana en esta zona del país datan desde hace unos 11.000 años. Las principales culturas que habitaron el Norte Grande son:
– Cultura Chinchorro (6000 – 2000 a.C.): habitaron desde el puerto peruano de Ilo hasta Antofagasta en Chile, durante el período Arcaico. Se organizaban en grupos de, aproximadamente, 30 a 50 personas, las que, al parecer, estaban emparentadas entre sí. Fueron pescadores, cazadores de guanacos y recolectores de mariscos. Su principal característica fue la momificación de sus difuntos. Este procedimiento consistía en extraer los músculos y órganos, los que eran cambiados por vegetales y plumas, entre otros materiales naturales. A continuación, el cuerpo era cubierto con una capa de arcilla y se le ponía en la cabeza una especie de peluca hecha con pelo humano. El arte de esta cultura se basó casi exclusivamente en el ajuar de las momias con turbantes y textiles.

– Cultura Faldas del Morro (900 a.C. – 400 d.C.): este pueblo vivió en el extremo norte de Chile en la fase Agroalfarera. El primer sitio descubierto de este pueblo fue un cementerio en las laderas del Morro de Arica (ese es el origen de su nombre). Habitaban en aldeas pequeñas emplazadas en terrazas para protegerse del viento. Su economía combinó la horticultura con la recolección y caza  e especies marinas y terrestres. Sus difuntos eran enterrados en fosas, en posición horizontal y con las extremidades flectadas. Su arte se concentró en las ofrendas y ritos mortuorios y en la confección de textiles con lana de llama.

– Cultura Cabuza (500 – 1000 d.C.): este pueblo se asentó entre los valles del extremo norte de Chile (Camarones) y sur del Perú (Ilo) en el período Agroalfarero. Construyeron villorrios cerca de ríos; sus viviendas tenían forma rectangular y estaban hechas con cimientos de piedra y muros de caña y totora amarradas con cuerdas. Su economía se basó, principalmente, en la agricultura; incorporaron nuevos instrumentos de labranza y sistemas de riego más complejos, lo que les permitió cultivar gran cantidad de vegetales. También fabricaron colgantes y anillos con fi guras de llamas en oro y plata e introdujeron nuevas técnicas para confeccionar textiles y bolsos conocidos como chuspas. Sus difuntos eran enterrados en pozos de forma cilíndrica con los cuerpos puestos en forma fetal o en cuclillas. Estaban envueltos en camisas de lana o unkus, amarrados con cuerdas de totora y acompañados con ofrendas mortuorias.
                                                
– Cultura Pica o “Pica-Tarapacá” (900 – 1532 d.C.): habitaron el desierto de Atacama en el territorio comprendido entre el valle de Camiña y la desembocadura del río Loa en la fase Agroalfarera. Se organizaron políticamente como un señorío; una autoridad organizaba a los trabajadores dentro de un territorio delimitado. Su economía se basó en la actividad agrícola desarrollada en oasis y quebradas y cuyos principales cultivos eran el maíz y la quinua. Además, recolectaban frutos de algarrobo y tamarugo, cazaban animales silvestres y explotaban recursos marinos. Su manifestación artística más importante fue el arte rupestre (pinturas y grabados sobre la superficie rocosa de las cuevas), que representaba diferentes aspectos de la vida doméstica y ceremonial. Además, fabricaron gruesas mantas y tejidos policromos, trabajaron el cuero y confeccionaron canastos. Sus difuntos eran enterrados en tumbas individuales, aunque en algunas había más de una persona.

– Cultura Arica (1000 – 1532 d.C.): vivieron en los valles occidentales desde Mollendo (Perú) hasta Taltal (Chile) en el período Agroalfarero. Era un grupo de señoríos o curacazgos descendientes directos de los Cabuza. Su economía se sustentó en los cultivos agrícolas y la recolección marina. Su principal artesanía fue en cerámica, que siguió varios estilos, como, por ejemplo, San Miguel (diseños en rojo o negro  sobre blanco) y Pocoma-Gentilar (rojo, negro y blanco sobre un fondo natural). También trabajaron el cobre, así como el oro y la plata, para confeccionar adornos.

Tradición popular
Desde antes de la llegada de los españoles en 1536, los habitantes del Norte Grande tenían una gran devoción por las fiestas religiosas. Introducida la fe católica, las celebraciones y ritos religiosos se mezclaron, dando origen a una rica tradición cultural.
En la actualidad, una de las fiestas más conocidas e importantes de esta zona es la de la Virgen del Carmen de La Tirana. La Tirana es un  pequeño pueblo de no más mil habitantes, que se encuentra a 72 km de Iquique, en el corazón del desierto de Atacama. Entre el 14 y 16 de julio se lleva a cabo esta festividad, que atrae a miles de fieles de casi todo el país. Los protagonistas son las cofradías de danzantes, que durante los tres días que dura la fiesta bailan por  todo el pueblo. Los participantes visten coloridos atuendos y grandes máscaras de origen altiplánico. La Virgen es engalanada con sedas y  joyas, y el pueblo se ilumina con miles de velas.



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